EDITORIAL
Frente al desastre climático
Frente al desastre climático
Antes de reincidir en el victimismo, bueno sería reconocer que nuestro país es uno de los que más contribuye al desastre al destruir sus bosques
Una vez más, como ya es habitual desde hace algunos años, la época de lluvias ha llegado a Bolivia con una intensidad que supera con mucho los medios con que cuenta la naturaleza y los que aporta la ingeniería moderna para contener los crecientes caudales de agua. La naturaleza ha vuelto a ser rebasada, como lo demuestra el desmadre de los principales ríos que desde las alturas cordilleranas bajas hasta las llanuras amazónicas y también las represas, canales, diques, gaviones, redes urbanas de desagüe pluvial, torrenteras y otras obras de infraestructura construidas para canalizar las aguas han resultado insuficientes para cumplir su cometido.
Echarle la culpa a las lluvias ha vuelto a ser, también como ocurre todos los años, la fórmula escogida para explicar y justificar la tragedia. Y si bien eso es parcialmente cierto, por lo menos en el presente año, pues así lo indican los registros pluviométricos, no es menos cierto que tan o más culpable que la naturaleza es cómo los bolivianos estamos destruyendo sistemáticamente la cobertura vegetal de nuestro territorio. Y es ahí donde debiera dirigirse nuestra atención, pues todos los estudios confirman que esa es la causa principal del desborde de los ríos y de la acumulación de grandes volúmenes de agua que ya no pueden ser contenidos y canalizados por ellos.
En efecto, todos los estudios hechos sobre las causas de los cambios climáticos que está sufriendo nuestro planeta coinciden en señalar a nuestro país entre los que más contribuyen al desastre por ser uno de los que más rápidamente está destruyendo su cobertura vegetal como consecuencia de las políticas encaminadas a ampliar la frontera agrícola a expensas de los bosques tropicales.
Cabe recordar al respecto que la más reciente versión del Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), Bolivia habría contribuido durante los últimos años al deterioro del ambiente planetario con una emisión de más de 25 gigatoneladas de dióxido de carbono (CO2), como consecuencia de la deforestación de unas 350 mil hectáreas de bosques, lo que en términos per cápita resulta en una tasa 20 veces más alta que el promedio mundial y una de las más altas del mundo, superando los niveles de otros grandes países deforestadores.
Una clara muestra de lo que eso significa es lo que ocurre en el trópico cochabambino, donde las frágiles tierras han sido despojadas de su cobertura boscosa para dar lugar a las plantaciones de coca, lo que ocasiona que las lluvias, al erosionar los suelos, se lleven a través de los ríos enormes volúmenes de tierra que al llegar a las llanuras se asientan causando a su vez el desborde de los ríos.
Con tan elocuentes datos, en vez de reincidir en actitudes victimistas y quejumbrosas, bueno sería hacer un alto en el camino antes de perseverar en una política de desarrollo que es incompatible con el bienestar de las futuras generaciones de nuestro país y del planeta entero. (Reedición)
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