Sábado, 5 de julio de 2014
 
Latinoamérica, del caudillo al estadista

Latinoamérica, del caudillo al estadista

Jimmy Ortiz Saucedo.- La democracia latinoamericana necesita seguir progresando. La que tenemos, en la mayoría de los países, todavía tiene mucho camino por recorrer. La irrupción del chavismo del siglo XXI en las últimas décadas, significó un fuerte retroceso.
La región ya tiene, en la Carta Democrática Interamericana de la OEA, su ideal de democracia. Así los decidieron los políticos del continente, en el vigésimo octavo período extraordinario de sesiones el 11 de septiembre de 2001, en lima-Perú.
Expresa en su artículo primero: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Es decir, esta democracia no es optativa, es obligatoria. Es un derecho innegociable que tenemos los ciudadanos del continente, por mandato supraconstitucional.
Expresa en su artículo tercero: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. ¿Claringo no? La que no se ajuste a esta definición, no es democracia.
Esta carta implica la desaparición del caudillismo que por tantos años asoló la región, generando inestabilidad y perjudicando nuestro desarrollo económico y social. Implica también la aparición de un nuevo tipo de liderazgo político, liderazgos que tengan la Carta Democrática metida en el corazón. Hombres honestos, que busquen el bien común de su pueblo a largo plazo, alejado de mezquindades personales o partidarias.
No queremos más caudillos charlatanes, ególatras y todopoderosos. Tampoco queremos partidarios ciegos, que crean en soluciones mágicas que otros nos traerán. Necesitamos pueblos con cultura democrática, que conozcan y respeten la verdadera democracia. Ciudadanos que entiendan que el progreso es el resultado lógico de la educación, el trabajo, la perseverancia y el respeto a la ley.
Gracias a Dios, varios países de la región están transitando este camino; otros estamos muy lejos todavía.